Sarmiento era como esas personas, que muchos conocemos, incansables, que no pueden estar mucho tiempo en un mismo lugar. Ya lo demostró siendo muy joven en sus interminables viajes a Chile para regresar luego a su querido San Juan.
Periodista en Chile, en octubre de 1845, apadrinado por su amigo Manuel Montt ministro de Instrucción Pública del gobierno chileno viaja desde Valparaíso para estudiar los sistemas escolares y las políticas inmigratorias en Europa y Estados Unidos. Así, en dos años, visita Montevideo, Río de Janeiro, Francia, España, Argel, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Cuba, adquiriendo un conocimiento que luego pondrá en práctica siendo presidente de su país. Aconsejamos a los lectores leer sus crónicas de viajes en donde no solo cuenta de los países que visito sino también un diario de gastos y anécdotas imperdibles.
Como por aquel entonces la fotografía estaba en pañales era común explicar sus vivencias con una excelente prosa explicativa y que acompañaba con sus propios dibujos.
El viaje a Roma motiva una extensa relación al obispo de Cuyo, su tío Y describe su tan ansiado encuentro con el recién electo Pío IX.
Sarmiento en E.E.U.U.
El barco en el que viajo Sarmiento a los Estados Unidos se llamaba Moctezuma. Llego al puerto de Manhattan, en Nueva York, el 14 de septiembre de 1847. Este sería uno de los viajes más significativos en la vida del gran prócer.
Desde Nueva York se dirigió a Boston, donde una estatua de cuerpo entero hoy recuerda su paso por ese estado.
Todo lo que veía le hacia pensar en su país y como lo haría funcionar allí.
Visitó las cataratas del Niágara fue por tren a Montreal. Regresó de Canadá y volvió a Boston para concocer sus centros de estudios. Allí conoció a Horacio Mann secretario de educación y gran reformador de la educación.
Estuvo en Massachusetts asombrándose del presupuesto que ese país y cada uno de los estados le dedicaba a la educación.
Aun no sabía que a su regreso a Argentina sería nombrado Presidente.
